Agustín Huarte, Andy Konrat, Carlos Ricci, Clara Diaz, Florencia Zúñiga, León Gonzáez, Marina Páez Rodrigo Guadalupe y Sandra Gutfraind.
Nueve artistas noveles, curados por otro artista: Manuel Amestoy constituyen un colectivo para mostrar video, dibujo, performance, pintura objetos y fotografías
FESTÍN
Lo nuestro es microscópico, y lo es porque tenemos conciencia de que hay un cuerpo enorme: un lecho de gusanos que están a punto de terminarse un cadáver, y del cadáver no queda más que la silueta levemente antropomórfica. Es una imagen quizás desagradable, pero, viéndola con ánimo científico, como fenómeno, es ideal: el gusano posee comportamiento autónomo, tiene una sensitividad, una perspectiva, y sobre todo, un apetito que lo pone a andar dibujando un trayecto, un path; pero también es una célula, un punto del tejido de ese lecho hipotético y participa de un pathos mucho más grande.
Si pudiéramos ser el ojo de esa conciencia, salirnos y ver ese lecho desde arriba, veríamos sus mareas, sus movimientos, sus cristalizaciones y revoluciones, oiríamos su canto monódico; y al hacer un zoom de 1000x ahí estaríamos nosotros, en algún lugar, cercanos al festín.
Salimos juntos en esta instantánea en direcciones aparentemente distintas, y la observamos sorprendidos, nos preguntamos si necesitamos un sentido unificador, un cristal que nos separe del ojo. Sólo podemos insistir en que es microscópico y que en principio, reconocemos el cuerpo: cuerpo abisal nunca visto, quimérico y mutante, cuerpo Frankenstein del deseo infantil, cuerpos hermosos y venerables que se corrompen, cuerpos borrosos de la memoria líquida, cuerpo deforme que ama, zoom a los confines, poema grosero de los apetitos del cuerpo, cuerpo: geometría, construcción semiótica. Del cuerpo damos fe porque acabamos de fagocitarlo, aún tibio en nuestras entrañas es nuestro más hermoso tesoro.
FESTÍN
Lo nuestro es microscópico, y lo es porque tenemos conciencia de que hay un cuerpo enorme: un lecho de gusanos que están a punto de terminarse un cadáver, y del cadáver no queda más que la silueta levemente antropomórfica. Es una imagen quizás desagradable, pero, viéndola con ánimo científico, como fenómeno, es ideal: el gusano posee comportamiento autónomo, tiene una sensitividad, una perspectiva, y sobre todo, un apetito que lo pone a andar dibujando un trayecto, un path; pero también es una célula, un punto del tejido de ese lecho hipotético y participa de un pathos mucho más grande.
Si pudiéramos ser el ojo de esa conciencia, salirnos y ver ese lecho desde arriba, veríamos sus mareas, sus movimientos, sus cristalizaciones y revoluciones, oiríamos su canto monódico; y al hacer un zoom de 1000x ahí estaríamos nosotros, en algún lugar, cercanos al festín.
Salimos juntos en esta instantánea en direcciones aparentemente distintas, y la observamos sorprendidos, nos preguntamos si necesitamos un sentido unificador, un cristal que nos separe del ojo. Sólo podemos insistir en que es microscópico y que en principio, reconocemos el cuerpo: cuerpo abisal nunca visto, quimérico y mutante, cuerpo Frankenstein del deseo infantil, cuerpos hermosos y venerables que se corrompen, cuerpos borrosos de la memoria líquida, cuerpo deforme que ama, zoom a los confines, poema grosero de los apetitos del cuerpo, cuerpo: geometría, construcción semiótica. Del cuerpo damos fe porque acabamos de fagocitarlo, aún tibio en nuestras entrañas es nuestro más hermoso tesoro.
La muestra podrá visitarse desde el 7 de agosto hasta el 3 de septiembre, de martes a domingos de 12 a 19 hs.
